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jueves, 18 de marzo de 2010

Corazón Salvaje: La diferencia entre época y cliché.





Corría el año 93 cuando Edith Gonzalez y eduardo Palomo nos deleitaban representando a la pareja escrita por la mexicana Caridad Bravo, en la telenovela "Corazón salvaje". Una producción redonda: sencilla pero bien escrita, consistente, con personajes construidos en perfecta tridimensionalidad y gran trabajo de época. Una cenicienta cool, en que el príncipe es pirata y la hermana (Aimeé) es la bonita del cuento, una mujer que odiamos y amamos, porque podíamos comprender sus motivaciones.
16 años después se estrena una nueva versión, cuya trama se ha fusionado con la de "Yo compro a esa mujer" original de Olga Ruilopez. Una versión que lleva el nombre original y cuenta con tecnología nunca antes vista en una telenovela mexicana, sin mencionar un buen presupuesto, que se puede ver en los escenarios y vestuarios utilizados para cada una de las escenas.


Pero no todo lo que brilla es oro. A poco andar los peinados y las sedas dejan al descubierto un guión pobremente trabajado, con personajes estereotipados que gustan de los monólogos cursis intensificados por elementos como tormentas o espejos rotos. De Juan del Diablo (Eduardo Palomo) pasamos a una especie de Tarzán o George de la selva, que es el personaje de Eduardo Yáñez. El personaje de Aimeé se lleva a un extremo demonizante ¡le tiñeron el cabello rojo, por Dios! Sólo faltó que le cambiaran el nombre por Lilith o Morgana.
Los guionistas de esta telenovela han cometido (esperemos que a propósito) todos los errores posibles dentro de la escritura audiovisual: Los personajes nos "cuentan" lo que ha ocurrido en el pasado y explican sus emociones y pensamientos; tienen reacciones inverosímiles que sólo se justifican en la necesidad del guionista; repiten una y otra vez, palabra por palabra y de forma más que majadera, determinadas sentencias. No es un problema de historia, la trama es interesante y tiene buenos nudos, es el estilo en el que está escrita el que falla.
El trabajo de época además es sólo estético. No reproduce las costumbres sino a medias: mientras se ve mal que la señora salga sola lo hace con un vestido le deja la mitad de la delantera afuera, y la gitana muestra más carne que las "señoritas" del casino. El tratamiento visual no ayuda mucho, y caso aparte son los retratos que adornan los sets.
Los actores hacen un trabajo más que decente en esas condiciones. Destacable Aracely Arámbula en los papeles de Regina y Aimeé, que realmente parecen distintas. Cristián de la Fuente sorprende en su papel de Renato, aunque es notoria la diferencia en la entonación y el fraseo con sus pares mexicanos.
Corazón salvaje 2009 nos recuerda lamentablemente, que aun hay quien cree en la fórmula: "conchalevale, si es tu hijo federico Rigoberto... qué me pasa, no puedo ver, me quedé ciega Esteban Alberto".

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